Movernos es vivir: el ejercicio como medicina preventiva y regenerativa
- Edurne Barba
- hace 6 horas
- 3 Min. de lectura

En Naturageo, creemos profundamente que la salud se practica día a día. Y uno de los pilares fundamentales de esa práctica es el movimiento. Hacer ejercicio no es solo una manera de “verse bien”, sino una forma de vivir mejor y por más tiempo.
Mover el cuerpo, estirarlo, activarlo, respirarlo… es recordarle que está vivo. Nuestros músculos, ligamentos, tendones, nervios y huesos necesitan movimiento constante para mantenerse funcionales. La inactividad prolongada no solo genera rigidez y dolor, también disminuye la capacidad del cuerpo para responder ante enfermedades, lesiones o procesos de envejecimiento.
La masa muscular es mucho más que fuerza
En términos fisiológicos, el tejido muscular es un órgano vivo, activo y vital. Es uno de los principales reguladores del metabolismo y juega un rol fundamental en la función inmunológica. Cuando haces ejercicio, especialmente de resistencia, estimulas la síntesis de proteínas musculares, mejoras la sensibilidad a la insulina y promueves un mejor uso de la glucosa en sangre.
Y aún más importante: los músculos son un verdadero almacén de reservas. Guardan proteínas, glucosa y nutrientes que el cuerpo puede utilizar en momentos de crisis, como infecciones, inflamaciones o recuperación postoperatoria.
Cuando una persona enfrenta una enfermedad, su cuerpo entra en una etapa de mayor demanda metabólica. Si hay poca masa muscular, el organismo no tiene de dónde sacar lo que necesita. Pero cuando el cuerpo cuenta con reservas musculares adecuadas, responde mejor, se defiende mejor y se recupera más rápido.
Estudios recientes han confirmado que una mayor masa muscular se asocia con mejor respuesta inmunológica, menor tiempo de recuperación y menor riesgo de hospitalización en enfermedades virales, crónicas o inflamatorias.
En la tercera edad, el movimiento es medicina pura
Para las personas mayores, el ejercicio es mucho más que una actividad física: es una forma de independencia, dignidad y salud. Después de los 60 años, comenzamos a perder masa muscular (un proceso llamado sarcopenia), lo que puede traducirse en caídas, fracturas, fatiga, depresión e incluso pérdida de autonomía.
El ejercicio suave, adaptado y constante:
Previene caídas y fortalece el equilibrio.
Protege el corazón y mejora la oxigenación.
Disminuye la inflamación y el dolor articular.
Estimula el sistema inmune, manteniendo al cuerpo más fuerte ante virus y bacterias.
Mejora el estado de ánimo y regula el sueño.
Evita la pérdida muscular, protegiendo las reservas que tanto se necesitan en etapas de enfermedad o cirugía.
En personas mayores con enfermedades crónicas como hipertensión, diabetes, artritis o incluso cáncer, el ejercicio —siempre acompañado y adaptado— no es opcional, es vital.
Beneficios estructurales y fisiológicos del ejercicio
Moverse fortalece el cuerpo por dentro y por fuera:
Huesos más fuertes.
Músculos más eficientes.
Sistema linfático más activo.
Células inmunes más vigilantes.
Mejor digestión, mejor circulación, mejor ánimo.
¿Y si no me gusta “hacer ejercicio”?
No necesitas ir al gimnasio. Caminar al aire libre, practicar yoga, nadar, bailar, trabajar en el huerto o estirarte por las mañanas ya es un gran comienzo. La clave está en no dejar que el cuerpo se detenga, porque lo que no se usa, se atrofia.
El movimiento es una herramienta poderosa, gratuita y al alcance de todos. En Naturageo lo integramos en nuestros programas de salud porque sabemos que un cuerpo activo es un cuerpo con más capacidad para sanar, adaptarse y vivir con plenitud.
Así que hoy te invitamos a dar ese primer paso. Porque cada estiramiento, cada caminata, cada respiración consciente… es un regalo para tu salud.
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