Cataplasmas y barro: el botiquín natural de nuestros abuelos
- Edurne Barba
- 25 sept
- 2 Min. de lectura

En tiempos en que no existían farmacias en cada esquina ni laboratorios que ofrecieran medicamentos para todo, nuestros abuelos confiaban en lo que la tierra les daba. El barro fresco y las cataplasmas de plantas medicinales eran aliados inseparables para tratar desde golpes y fiebre, hasta dolores musculares o problemas digestivos. Hoy en Naturageo queremos rescatar esa sabiduría y recordarte por qué este “botiquín natural” sigue siendo tan valioso.
¿Qué es un cataplasma?
Un cataplasma es una preparación casera hecha con hierbas, harinas, semillas o barro, que se coloca sobre la piel para aliviar dolencias. Su poder radica en dos principios simples: el calor/frío y las propiedades medicinales de las plantas.
Cataplasma caliente: activa la circulación, ayuda a desinflamar y relajar músculos.
Cataplasma frío: baja la fiebre, reduce inflamación y calma dolores.
Nuestros abuelos los aplicaban con un paño de algodón, sobre el pecho, el abdomen, la frente o cualquier parte del cuerpo que lo necesitara.
El barro: medicina de la tierra
El barro es uno de los remedios más antiguos y universales. Fresco, húmedo y lleno de minerales, tiene la capacidad de absorber toxinas, refrescar, desinflamar y estimular la regeneración de la piel.
Para golpes y esguinces: barro frío sobre la zona afectada.
Para fiebres: aplicado en abdomen o frente para bajar la temperatura.
Para la piel: ayuda a limpiar impurezas y cicatrizar.
Nuestros antepasados lo veían como un regalo directo de la naturaleza: la tierra que nutre también sana.
Ejemplos de cataplasmas tradicionales
De mostaza y linaza: para descongestionar vías respiratorias.
De col o repollo: para dolores articulares y úlceras externas.
De barro con vinagre de manzana: para bajar la fiebre o desinflamar.
De papas ralladas: para aliviar quemaduras leves o dolor de cabeza.
De jengibre: para estimular la circulación en resfriados o cansancio extremo.
¿Por qué volver a ellos hoy?
En un mundo lleno de fármacos y químicos, rescatar estos remedios no significa rechazar la medicina moderna, sino recordar la sabiduría natural que ha acompañado a la humanidad por siglos.
Son económicos y accesibles.
No contaminan ni generan residuos tóxicos.
Refuerzan el vínculo con la naturaleza y la autosanación.
En Naturageo practicamos esta filosofía: recuperar lo sencillo, lo cercano y lo natural, para que tu salud vuelva a estar en armonía con la tierra.
Recuerda: antes de aplicar cualquier cataplasma o barro, asegúrate de usar ingredientes limpios, naturales y sobre todo escuchar a tu cuerpo.
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